Estatuas que hablan

Viajad conmigo a la Roma del siglo XVI.

Sus habitantes se ven sometidos a una fuerte censura. Buscan un medio que les permita expresar sus críticas contra la iglesia, las clases altas y manifestar el descontento popular con total libertad.

Así nace una de las formas de comuicación social más creativas e interesantes que existen: las estatuas parlantes, estatuas que hablan.

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Pasquino y sus pasquines. Roma, 2016

Un grupo de esculturas de mármol daban voz al pueblo. Usando así el arte como transmisor de la palabra, los ciudadanos comenzaron a fijar de manera clandestina sus críticas en las estatuas. Sátiras anónimas en boca de un cuerpo de mármol, brillante idea; el único riesgo sería que la estatua, como castigo, fuera arrojada al Tíber.

Pasquino fue la primera de las estatuas en alzar la voz. Los escritos que se pegaban en su pedestal o cuello tomaron popularmente el nombre de pasquinadas.

Con el tiempo, otros barrios del centro de Roma necesitaron estatuas más próximas para expresarse y empezaron a fijar sus opiniones en otras esculturas que siguen situadas hoy día en el centro de Roma.

En su conjunto se denominan «el congreso de los ingeniosos» y lo forman las estatuas del Pasquino, Marforio, Abate Luigi, Facchino (el mozo), Babuino y la única figura femenina Madama Lucrezia.

El ingenio y creatividad de los romanos fue tal, que las estatuas empezaron a tener conversaciones entre ellas.

Esta práctica tuvo tanto éxito entre los romanos, que se utilizó regularmente hasta el siglo XIX y aún hoy siguen colocándose algunas sátiras para que la tradición no se pierda y para que los visitantes de Roma no olviden que hubo un tiempo en que las estatuas en Roma con sus bocas de mármol, hablaban.

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Estatua del Pasquino. Roma, 2017
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