La exposición Processi 144_M, entrelazarse con Roma, comisariada por Enrique Bordes, mostró los proyectos realizados por la promoción 2016/2017 de la Real Academia de España en Roma durante su estancia en la Ciudad Eterna: Aitor Lara, Ana Lombardía, Antonia Santolaya, Beatriz Ruibal, Carlos Higinio Esteban, Claudio Sotolongo, David Jiménez, Estibaliz Sadaba Murguia, Estrella Torrico, Irene Cantero, Joan Casaramona, Juan Gómez Bárcena, Laura F. Gibellini, Los Bravú (Dea Gómez + Diego Omil), Mercedes Jaén Ruiz, Miki Leal, Rosalía Banet, Santiago Giralda, Santiago Lara, Santiago Ydañez, Suset Sánchez, Tyto Alba, Victor Resco y Xose Prieto Souto.
Estatuas que hablan, expuso el proceso del proyecto de investigación desarrollado durante 9 meses en Roma sobre las estatuas parlantes italianas y los pasquines que en ellas se fijaban. Además se pudo consultar un adelanto del libro que publicará Sílex ediciones en coedición con AECID – Real Academia de España en Roma el próximo mes de diciembre 2018.
La propuesta del proyecto para el espacio de Matadero, presentó por medio de imágenes y video, este modo de manifestación desde el espacio público utilizado en Italia desde el siglo XVI. La presencia en la sala de una representación de la estatua parlante romana Madama Lucrezia, la única figura femenina en Roma donde se fijaban pasquines, posibilitó la simulación de la utilización de esta escultura.
La muestra, más allá de plantear otras formas de transmisión usadas en el mundo en la lucha contra la censura, cumplió el deseo de convertir al visitante en protagonista, sacarlo de la función de mero espectador y convertirlo en actor, permitiéndole participar en la creación de una obra colectiva.
Para ello se facilitaron post-it y bolígrafos que, de manera anónima, los visitantes utilizaron para escribir y colocar en la estatua críticas, pensamientos u otras inquietudes en la estatua, de igual modo que se hacía en la Roma del Renacimiento para evadir la censura, criticar al poder y denunciar injusticias.
La figura de Madama Lucrezia se convirtió, gracias a niños, adultos y mayores, en un espacio de interacción donde los visitantes escribían o leían anhelos, pensamientos y denuncias. Madama Lucrezia permitió una vez más, esta vez desde Madrid, la libertad de expresión reflejando con sus escritos las inquietudes y anhelos de la sociedad actual.